Toda acción política del presidente Zapatero, tiene su reacción proporcional, o quizá desproporcionada en el aumento de la cirujía estética.

viernes, 24 de junio de 2011

“La estética como antítesis de la estática”


La política es así… Elegimos a unos cuantos: la mayoría de las veces porque nos caen bien –aunque no los conozcamos de nada-,  tienen carisma, son simpáticos o están buenos. Luego, ellos, en agradecimiento a haberlos seleccionado, preferido sobre los demás, tienen el poder de hacer con nosotros lo que más les apetezca: Normalmente, tocarnos las narices para no caer en un tedio absoluto.
Pues bien, así, navegamos sin rumbo entre las decisiones arbitrarias de unos pocos que se pelean entre ellos en un semicírculo de debate.
De entre estas deliberaciones, ha salido la aprobación de los gastos de operaciones de cambios de sexo. ¿Por qué? nos preguntamos. Ya conocemos la historia de esas pobres mentes atrapadas en un cuerpo extraño. Pero, ¿qué hay de aquellos que se sienten atrapados en unos pechos  pequeños, en un trasero puntiagudo, en unas bolsas ojerosas descolgadas sobre las mejillas? ¿Es acaso que ellos sufren menos? ¿Dónde está el límite? ¿Quién ha decidido cuándo, cómo y por qué? Ellos, siempre ellos, los mismos que se mueven por aventajarse en votos de una parte de la sociedad que demanda a gritos más y más derechos aún por encima de los de los demás, pero sin duda, un sector con voto emergente.
Si ese sector es tan numeroso, ¿por qué no someter esas cuestiones al voto popular? Tal vez todos los demás estemos de acuerdo en que cambiar es muchas veces necesario pero no a costa del patrimonio del resto. Todos queremos cosas distintas, todos necesitamos algo para ser felices. Quizás, si nos preocupáramos más por el interior y menos por el exterior, disfrutaríamos más de la vida, e incluso, igualmente del sexo, tengamos un punto o una coma por bandera.
                          

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